lunes, 5 de noviembre de 2012

EL SINDICATO NACIONALSINDICALISTA




ELSINDICATO NACIONALSINDICALISTA

Nos reafirmamos en la concepción de España en lo económico como un gigantesco sindicato de productores  y en la necesidad de la organización de la sociedad española mediante un sindicato estructurado por ramas de la producción, al servicio de la integridad económica nacional subordinada a la persona.
En tal sentido entendemos el sindicato en varias vertientes: como órgano REIVINDICATIVO en cuanto a atiende a los intereses del trabajador, REVOLUCIONARIO , en cuanto aspiramos a la transformación de la sociedad y sus estructuras actuales, PARTICIPATIVO, en cuanto propugnamos la empresa y sus beneficios para quien la trabaja (participación en la producción) y su intervención en la gestión del Gobierno ( participación en las decisiones legislativas y ejecutivas de su ámbito) ACLASISTA, en cuanto no reconocemos otra clase que la de los españoles ni otra dignidad que la del trabajo (Hedilla).
Esta concepción que incide sobre todo el sistema, ya sea el sector productivo, el distributivo o el de la relación de trabajo, comporta necesariamente el reconocimiento y la institucionalización práctica de un nuevo “poder de Estado”, el PODER SINDICAL , de donde recibe el nombre nuestra global doctrina. Pero este “poder”, como en los restantes aspectos de nuestra democracia sindical, no es un “poder absoluto del Gobierno” que representa al Estado, sino poder delegado instalado por la sociedad o mundo laboral. No es así, el Sindicato, instrumento del Gobierno para manipular u oprimir al obrero, sino órgano del Estado y el Gobierno brazo ejecutor de las exigencias sindicales.
Hay un hecho que no debe pasarse por alto y que a muchos podría servirle como reflexión. Lo que pudo haber sido y no fue.
El régimen del General Franco nacido de la guerra civil, apunto la posibilidad de una estructura nacionalsindicalista con la promulgación del Fuero del Trabajo (9-3-38) Esta disposición básica para la estructura revolucionaria que algunos pretendieron desarrollar, no puede asumirse en su totalidad como “nacionalsindicalista como lo prueba la circunstancia de su elaboración, para la que a primeros de 1938, se encargó un anteproyecto a dos comisiones presididas por González Bueno (conservadora) y otra por Garrigues y Conde, más extremista, en la que figuraban Dionisio Ridruejo y Raimundo Fernández Cuesta. Franco se decidió por la de González Bueno con algunas concesiones a la mas revolucionaria. Es cierto, a pesar de ello, que en el texto mas que influencia nacionalsindicalista se registran influencias de la doctrina de la Iglesia (RERUM NOVARUM y la CUADRAGESMO ANNO), del Estatuto Nacional Portugués y de la Carta dil Lavoro italiana de 1926 o de la Ley Alemana de Ordenación del Trabajo Nacional de 1934. En cualquier forma se excluye la D. 1.2 “EL TRABAJO NO PUEDE REDUCIRSE A UN CONCEPTO MATERIAL DE MERCANCIA NI SER OBJETO DE TRANSACCION INCOMPATIBLE CON LA DIGNIDAD PERSONAL DEL QUIEN LO PRESTE” y la D.III.4, en menor grado, es lo cierto que los postulados básicos “propiedad sindical”, “nacionalización del crédito”, y la desaparición del “asalariado” y “la eliminación del modo de producción capitalista”, no fueron recogidas en el Fuero del Trabajo”
De esta dimensión que nuestra ideología confiere al Sindicato, nace la exigencia del Sindicato Único que igualmente reivindicamos como cualidad necesaria para el cumplimiento de sus fines que aquí sintetizamos en sus puntos esenciales.
-       Contribuir al progreso de la comunidad nacional mediante las modificaciones que sean necesarias en el sistema socioeconómico.
-       Promover el fortalecimiento de la libre y justa convivencia entre cuantos participan en el proceso de la producción integrados en la comunidad nacional.
-       Representar, defender y promover los intereses y derechos de cuantos participen en el proceso productivo, distributivo y de relación laboral.
-       Promover las estructuras necesarias para la desaparición del asalariado, de la actual relación de trabajo, del desarrollo de la autogestión, de la promoción de la empresa comunitaria, la propiedad colectiva o comunitaria, la asistencia al productor en la desgracia y el ocio y cultural.
Todo ello sería utilizado como ariete rompedor de las estructuras actuales, pero en modo alguno se pueda considerar como fin último de la Revolución.  

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