ELSINDICATO NACIONALSINDICALISTA
Nos reafirmamos en la concepción de España en lo
económico como un gigantesco sindicato de productores y en la necesidad de la organización de la
sociedad española mediante un sindicato estructurado por ramas de la
producción, al servicio de la integridad económica nacional subordinada a la
persona.
En tal sentido entendemos el sindicato en varias
vertientes: como órgano REIVINDICATIVO en cuanto a atiende a los intereses del
trabajador, REVOLUCIONARIO , en cuanto aspiramos a la transformación de la
sociedad y sus estructuras actuales, PARTICIPATIVO, en cuanto propugnamos la
empresa y sus beneficios para quien la trabaja (participación en la producción)
y su intervención en la gestión del Gobierno ( participación en las decisiones
legislativas y ejecutivas de su ámbito) ACLASISTA, en cuanto no reconocemos
otra clase que la de los españoles ni otra dignidad que la del trabajo
(Hedilla).
Esta concepción que incide sobre todo el sistema, ya
sea el sector productivo, el distributivo o el de la relación de trabajo,
comporta necesariamente el reconocimiento y la institucionalización práctica de
un nuevo “poder de Estado”, el PODER SINDICAL , de donde recibe el nombre
nuestra global doctrina. Pero este “poder”, como en los restantes aspectos de
nuestra democracia sindical, no es un “poder absoluto del Gobierno” que
representa al Estado, sino poder delegado instalado por la sociedad o mundo
laboral. No es así, el Sindicato, instrumento del Gobierno para manipular u
oprimir al obrero, sino órgano del Estado y el Gobierno brazo ejecutor de las
exigencias sindicales.
Hay un hecho que no debe pasarse por alto y que a
muchos podría servirle como reflexión. Lo que pudo haber sido y no fue.
El
régimen del General Franco nacido de la guerra civil, apunto la posibilidad de
una estructura nacionalsindicalista con la promulgación del Fuero del Trabajo
(9-3-38) Esta disposición básica para la estructura revolucionaria que algunos
pretendieron desarrollar, no puede asumirse en su totalidad como “nacionalsindicalista
como lo prueba la circunstancia de su elaboración, para la que a primeros de
1938, se encargó un anteproyecto a dos comisiones presididas por González Bueno
(conservadora) y otra por Garrigues y Conde, más extremista, en la que
figuraban Dionisio Ridruejo y Raimundo Fernández Cuesta. Franco se decidió por
la de González Bueno con algunas concesiones a la mas revolucionaria. Es
cierto, a pesar de ello, que en el texto mas que influencia nacionalsindicalista
se registran influencias de la doctrina de la Iglesia (RERUM NOVARUM y la
CUADRAGESMO ANNO), del Estatuto Nacional Portugués y de la Carta dil Lavoro
italiana de 1926 o de la Ley Alemana de Ordenación del Trabajo Nacional de
1934. En cualquier forma se excluye la D. 1.2 “EL TRABAJO NO PUEDE REDUCIRSE A
UN CONCEPTO MATERIAL DE MERCANCIA NI SER OBJETO DE TRANSACCION INCOMPATIBLE CON
LA DIGNIDAD PERSONAL DEL QUIEN LO PRESTE” y la D.III.4, en menor grado, es lo
cierto que los postulados básicos “propiedad sindical”, “nacionalización del
crédito”, y la desaparición del “asalariado” y “la eliminación del modo de
producción capitalista”, no fueron recogidas en el Fuero del Trabajo”
De esta dimensión que nuestra ideología confiere al
Sindicato, nace la exigencia del Sindicato Único que igualmente reivindicamos
como cualidad necesaria para el cumplimiento de sus fines que aquí sintetizamos
en sus puntos esenciales.
-
Contribuir
al progreso de la comunidad nacional mediante las modificaciones que sean
necesarias en el sistema socioeconómico.
-
Promover
el fortalecimiento de la libre y justa convivencia entre cuantos participan en
el proceso de la producción integrados en la comunidad nacional.
-
Representar,
defender y promover los intereses y derechos de cuantos participen en el
proceso productivo, distributivo y de relación laboral.
-
Promover
las estructuras necesarias para la desaparición del asalariado, de la actual
relación de trabajo, del desarrollo de la autogestión, de la promoción de la
empresa comunitaria, la propiedad colectiva o comunitaria, la asistencia al
productor en la desgracia y el ocio y cultural.
Todo ello sería utilizado como ariete rompedor de
las estructuras actuales, pero en modo alguno se pueda considerar como fin último
de la Revolución.
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