MI QUERIDO MADRID
Me parece que fue ayer cuando en la Glorieta de
Embajadores con una buena parte sin adoquinar, jugábamos al fútbol con una
pelota de goma soñando con poderlo hacer un día en terrenos de juego más
idóneos.
Una vez terminada la primera fase de modernización,
nos trasladamos a la Corrala de Mesón de Paredes, lugar en donde todos los días
“echábamos” nuestro partido, procurando que el municipal de turno no nos
chafara la fiesta.
Los tiempos cambian ¿para bien? Y hace unos años
aprovechando que tenía que hacer unas gestiones en el entorno, bajaba desde
Tirso de Molina camino de mi Glorieta aspirando hondo, con la pretensión de que
el aire embajadoriano me penetrara hasta el último rincón de mi cuerpo.
Sin embargo la zozobra se iba apoderando de mí. ¡No
encontraba la Peña Los Macizos! Y juraría que estaba allí. Al momento, vi el
cielo abierto: un amigo de la pubertad, eso sí, con un aspecto mucho mas viejo
que el mío se me acercaba sonriente. Tras darnos el lógico abrazo, le pregunté
por el destino que había tenido la Peña madridista. Muy serio me contestó: “No
te canses en buscar nada de lo que aquí hubo en su día lo encontrarás ahora; ha
sido sustituido por negocios de moros chinos”
Me preguntaba: ¿Cómo es posible esto? Pues lo era, y
además la presencia de personas con estos rasgos caminaba por la calle. Desistí
seguir allí y dando un vistazo lleno de nostalgia, buscando en el tiempo
aquella pequeña cesta conteniendo las chucherías de entonces y en el que a
ratos se encargaba de la venta mi primer amor de juventud.
Pero no iba a ser esta la única nota desagradable
que iba a presenciar en mi rencuentro con mi barrio. Al llegar a la Glorieta,
justo en la esquina con la Ronda de Atocha y la calle Alonso Barco, me percaté
de la subida y bajada de automóviles, de toda clase de hombres y mujeres, a los
que se les notaba por su aspecto su relación con la droga. Individuos con
aspecto de matones dirigían las operaciones de carga y descarga. No pude
resistir mas; baje las escaleras del metro dispuesto a irme para no volver de
estos lugares tan queridos.
Tardé tiempo en recuperarme de la impresión. Que la
visita me había causado. ¿Este es el Madrid moderno, que ha suplantado el
casticismo y la normalidad de sus gentes? Pues lo siento, prefiero estar
anclado en los años de mi juventud y soñar con mi barrio sin adulterar,
mientras maldigo a los responsables de este deterioro y falta de respeto hacia
todos los que honraban con su presencia tan madrileñas calle.
Que con vuestro pan os lo comáis. Me vuelvo a mis
Alcores