LA EDUCACION EN EL NACIONALSINDICALISMO
La educación del pueblo ha sido el objeto de deseo
de todas las ideologías desde la revolución francesa. Derechas e izquierdas han
influido de manera lamentable en el método y la pedagogía en la enseñanza, con
la pretensión en todos los casos de crear futuras generaciones al dictado de
sus programas.
Este mal secular lo ha padecido en gran manera
España, al ser una de las naciones que más vaivenes políticos ha sufrido en la
historia contemporánea. Para no extendernos en exceso vamos a realizar un
somero repaso de lo sucedido desde el
final de la guerra civil hasta la época actual.
Todo el mundo habla de la represión política durante
la dictadura del general Franco, sin embargo conviene recordar que el poder
ejecutivo de esa represión fue ejercido por dos instituciones: la iglesia y el
Movimiento. La primera con su amenaza de enviar a los pecadores al fuego eterno
y la segunda, para glorificar al Caudillo Invicto.
Los alumnos dedicaban tantas horas al estudio de la
religión y del Espíritu Nacional, como el empleado en aprender matemáticas.
Con la llegada del nuevo régimen el sistema se ha
encargado no solo de que los alumnos sean analfabetos funcionales (escriben con
faltas de ortografía en la Universidad y desconocen cual es la capital de
Austria) sino que han organizado diecisiete planes de educación distintos,
según sea el signo político del gobierno de cada comunidad autónoma.
El Nacionalsindicalismo para terminar con la
sinrazón reinante, de acuerdo con su espíritu revolucionario, entiende que la educación integral y la
cultura para todos, son bases imprescindibles de la liberación y dignificación
de la persona y medio para el logro comunitario de los mas altos fines
nacionales y universales la educación debe estar prioritariamente dedicada al
desarrollo equilibrado de todas las capacidades humanas del educando. Pues es
así como puede alcanzarse la madurez y potenciación de la personalidad,
capacitándola para el autodominio, para el servicio comunitario y para la
creatividad.
La
educación habrá de comprender: la formación física, moral, sicológica,
cultural, profesional, política y social.
La
cultura y la enseñanza han de ser patrimonio social al alcance de todos los
españoles, no de un grupo o clase. Al considerar superada la lucha de clases,
el acceso a todos los medios de educación estará regido por las actitudes y
aptitudes de cada persona.
La educación y la cultura son valores de
interés cultural preminente, por lo cual no es tolerable que queden a merced de
las apetencias interesadas de individuos, facciones o sectas, ni que se
conviertan en instrumento de clasismo o de prepotencia particular. En
consecuencia habrá de garantizarse la intervención efectiva de todos los
interesados y especialmente de las representaciones de las familias, las
comunidades populares sindicales y territoriales, educadores, así como en su
caso y según los niveles de los propios educandos, de una parte, y de otra, la
intervención del Estado Nacional como ordenador del sistema.
Ante la
grave situación de decadencia urge la promoción intensa de los valores la
cultura hispánica, con toda su variedad, riqueza y cultura.
La
disgregación y desproporción existentes hacen necesarios procurar el desarrollo
armónico, con sentido unitario e integrador, de la cultura en todas sus ramas.
Deberá ser meta ambiciosa de la sociedad nueva lograr una síntesis de los
sabores y técnicas, para servir así al hombre con plenitud. Y empeño constante
fomentar la investigación a todos los niveles y no solo el universitario.
La universidad popular será la institución
especialmente encargada del fomento y difusión de la enseñanza, sobre todo, y
de la cultura y ciencia, en amplia conexión con las entidades populares
sindicales y territoriales. La universidad no puede quedarse en reducto aislado
ni en instrumento para el monopolio del saber; todos los que en sus tareas
estén afectados y el pueblo mismo al que se debe servir, tienen que participar en
la gestión, actividad y resultados de las instituciones universitarias.
La educación es la base fundamental de la
transformación profunda que España necesita. Es imprescindible la difusión de
una moral de abnegación y servicio, de un emprendedor espíritu de justicia y de
formación en el entusiasmo y fidelidad a los destinos de la comunidad nacional.
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