PROPUESTA
DE ECONOMIA PARA UNA REVOLUCION
El
inquieto camarada Juan Carlos Carrillo, sostuvo ayer una animada tertulia en la
que se trataron temas económicos. Ante su amable oferta de que entrase a
debatir, le agradecí su ofrecimiento a la vez que le ponía al corriente de mis menguados
conocimientos en la hoy, tan manoseada ciencia. Dicen que la ignorancia es muy
atrevida y yo de atrevido tengo lo justo. De ignorante mucho más. A continuación,
me facilitó unos datos que una vez leídos creo que nosotros los tenemos en
nuestra propuesta de sociedad revolucionaria, por lo que los busqué, y de mil
amores se los ofrezco, por si les son de utilidad.
Partiendo
de la base, que nuestro eje central del sistema es el hombre como persona
humana libre y digna, adecuamos los demás intervinientes de la producción, como
lo que son: meros instrumentos al servicio del hombre y por consiguiente de la
sociedad. Espero que lo debatas y después libremente des tu valiosa opinión.
Empezando por el capital y su utilización
El capital, en cuanto instrumento para el logro
de la producción de bienes y servicios, debe pertenecer a los trabajadores
mismos que lo utilizan.
Los
medios de producción deben ser regidos y disfrutados por la comunidad laboral
que los trabaja, integrada en su respectivo sindicato. Así pues, a la comunidad
laboral, –formada por la unión de todos los que aportan su trabajo personal
compartiendo un mismo destino- ha de corresponder la propiedad, el poder, el
provecho y el gobierno de la empresa y no a quienes simplemente aportan capital
(los inversores), ya que ese tiene un valor instrumental al servicio del
trabajo, que es la función humana inminente, creativa y con valor espiritual.
No es admisible, que se arrogue el Estado la
propiedad de empresas que no prestan servicios de carácter necesario o la
producción de bienes básicos para el funcionamiento de la economía de la
nación; deben pertenecer al pueblo y en consecuencia, habrán de ser propiedad
popularizada sindical, comunal o nacional, o en todo caso con participación de
los trabajadores mismos en su gestión.
Ni el capital, ni la técnica, ni bien
económico alguno debe ser instrumento de ventaja y privilegio de unos para
dominar a los demás.
Por ser esencialmente injusto y generador de
iniquidades, por atacar la dignidad humana y por minar la unidad y el bien de
la comunidad, urge desmontar radicalmente el sistema capitalista con todas sus
taras y secuelas. Se exigen tres labores fundamentales de desarticulación: el
capitalismo rural, mediante reforma agraria; del capitalismo financiero,
mediante la nacionalización de la banca; y del capitalismo industrial y de
servicios. Con o sin indemnizaciones, conforme dicte la equidad en cada caso;
pero sin dilación y en beneficio del pueblo.
Como consecuencia de la revolución nacional
sindicalista, el poder económico de la nación será ejercido y administrado
por los trabajadores mismos. Organizados en un sistema sindical autónomo,
democrático y unitario, constituido a partir de la empresa, por ramas de
actividad económica y establecido sobre los distintos ámbito territoriales.
Será misión de la nueva organización
sindicalista: ordenar, planificar, regular y organizar con sentido humanista y
solidario la economía, el trabajo y las funciones profesionales, el desarrollo
de la cultura, el fomento de la ciencia y de la técnica.
No es admisible, que a través del juego de la
ley de la oferta y la demanda en el mercado de intereses egoístas, venza el mas
poderoso y se imponga el abuso. Contra todo ello, por tanto, defendemos un
nuevo sistema de relaciones económicas, que se basarán en la justicia, en la
cooperación, en el respeto mutuo de las personas, en la subordinación de la
producción a las necesidades humanas y el bien común. La organización
sindicalista, integrada por el pueblo trabajador, impulsará el nuevo sistema.
En el nuevo sistema económico resultante de la
revolución, tendrán respeto y cabida las iniciativas colectivas o individuales
de trabajadores, para la promoción de actividades económicas y la constitución
de empresas, que se integrarán al respectivo sindicato.
Establecido el régimen económico nacional
sindicalista, las necesidades de medios de financiación de las empresas
podrán ser cubiertas, bien a través de los propios trabajadores, titulares de
ellas, bien a través de los bancos sindicales, o bien a través de ahorradores
particulares que hayan obtenido estos medios legítimamente. En ningún caso se
reproducirán las actuales fórmulas de financiación que dan titularidad sobre la
empresa. Y los financiantes solo tendrán derecho a la amortización de las
cantidades aportadas y al cobro de un interés de estabilización, que impida
tanto la depreciación del dinero como la existencia de rentistas.
La banca, como depósito de los ahorros de los
trabajadores, será encomendada a la gestión de la organización sindical. El
sistema de crédito se regirá fundamentalmente a través de la banca sindical. El
Estado supervisará toda actividad de préstamo, controlando tanto el origen de
las cantidades que se presten como el interés que se estipule.
Esbozo que ya es por muchos conocido y por nadie
desarrollado, por lo tanto el que se quiera lucir, aquí tiene tema
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