martes, 18 de diciembre de 2012

HAMBRE Y CODICIA






HAMBRE Y CODICIA



El fantasma del hambre golpea con insistencia a la puerta de muchos hogares españoles. Si antes se podría considerar el hecho de un modo metafórico, al día de hoy es una realidad en el  sentido literal de la frase.
Son muchos los españoles que se levantan después de una noche de pesadilla, pensando de qué forma podrían conseguir algo tan elemental como lo esencial para poder alimentarse aunque sea de una manera precaria. Por desgracia la solución a su problema es cuanto menos complicada.
Que se llegue a estos extremos en pleno Siglo XXI, ya es de por sí grave; pero lo es mucho mas si se da el caso que cerca de estas personas viven en la opulencia la casta de los cargos públicos corruptos y toda la chusma de adláteres que pululan a su alrededor con el fin de recoger los frutos que amablemente les cedan como premio a su complicidad y silencio. Indeseables “trincones” que permanecen impasibles sin importarles que parte del pueblo sufra penuria económica.
Depredadores de los caudales públicos de propiedad común, que un día los recibieron para su fiel custodia y adecuada gestión y en ningún caso para lucrarse con los mismos de manera indecente.
Y si por casualidad alguna vez son cogidos en algún renuncio, el importe de su fechoría quedará a buen recaudo en cualquier paraíso fiscal, dándose la paradoja de que ni en esos términos reponen lo conseguido de manera ilegal.
Es tan alta la cifra de españoles en el paro, se ha deteriorado tanto la situación, que los que van quedando (cada vez menos) con un trabajo fijo y bien remunerado, se han convertido en una clase de privilegiados
Para el resto de los trabajadores la situación es mas difícil. Y si no que se lo pregunten a los numerosos “mileuristas” que a duras penas consiguen estirar su maltrecha economía hasta el final de la primera quincena del mes. O los que han finalizado de cobrar el subsidio por desempleo y  pasan a engrosar las filas de los de la llamada ayuda familiar. Y por último lo mas espeluznante: hombres y mujeres que no cobran ni un solo euro y  se tienen que mover en medio de la mayor de las indigencias.
Ataviados con ropas que en su día significaron la prueba de su bonanza económica, hoy ajadas por su uso continuado, vagan por las ciudades hurgando en los contenedores de basura próximos a los establecimientos de alimentación, en busca de algo que llevarse a la boca, no importándoles el estado de salubridad de la pieza conseguida. Los hay que acompañados de su familia, han abandonado las casas que con el esfuerzo de su trabajo estaban pagando y se han visto obligados a refugiarse en las de sus padres, para poder malvivir de la pensión de los ancianos, obtenida como recompensa tras muchos años de trabajo.
Este desatino favorece la creación de divisiones dentro de la sociedad con la aparición de nuevas clases que se fundamentan en su mayor o menor posibilidad para encarar el dilema de la subsistencia y que a la postre desembocaran, primero en el rencor y, posteriormente, en el enfrentamiento.
Cualquier persona con sentimientos dentro de su ser, se le cae el alma a los pies si pasa por un establecimiento de Cáritas, viendo a familias enteras esperando el maná en forma de alimentos y ropas.
Por último voy a citar una frase que mi abuelo, le decía a mi abuela: “Procura que a tus hijos nos les falte nunca la comida, que el hambre es muy mala consejera”
Soy creyente y se acercan las fiestas mas importantes de la cristiandad, por eso siento el tener que escribir sobre nuestra triste situación. Que el Niño Dios, se apiade de los niños españoles, y pese a todo, FELIZ NAVIDAD

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