jueves, 5 de enero de 2012

BOCADILLOS NACIONALSINDICALISTAS

La penuria económica era una constante en La Auténtica. Carente de otros ingresos que no fuera la cuota de los afiliados, había que agudizar el ingenio para garantizar la subsistencia. Se comercializaban objetos de propaganda, tales como: llaveros, encendedores, cajas de cerillas, etc. Etc. Lo cual tenía el inconveniente añadido de la morosidad de las distintas juntas locales y provinciales, que entendían que la caridad entraba por uno mismo y se apropiaban del producto de la venta, con el consiguiente “globo” de la Secretaria de Prensa y Propaganda que llevaban con el consiguiente quebranto económico Lúpulo e Isabel.
Por aquel entonces teníamos diversas sedes abiertas en la provincia de Madrid, a saber: Alcalá de Henares, Torrejón, Arganda, Getafe, Alcorcón, Aranjuez, Colmenar Viejo y no se si me quedo alguna atrás. Todavía no habían prohibido los puestos de propaganda y podíamos hacer proselitismo en la calle.
Pero sin duda una acción que reportaba unos aceptables beneficios era la de instalar puestos de comida y bebida en los recintos feriales, que habilitaban unos espacios para este fin. Ondeaban al viento las banderas de las distintas opciones políticas, con los colores acordes con la ideología que representaban.
El problema venía dado por la “democrática” forma de entender la convivencia política por parte de los partidos de izquierda. –Los de derecha, se conoce que contaba con suficientes medios económicos y pasaban de colocar puesto alguno-
En verdad, que estábamos preparados para hacer frente a los “chibiris” ya que teníamos alguna experiencia al respecto. Como sucedió en la boca de metro del Puente de Vallecas, donde un numeroso grupo de militantes del FRAP se enfrentaron a tres camaradas que habían instalado un puesto de propaganda. Lo valientes marxistas les conminaron a marchar de allí, aduciendo que aquello era zona roja y que no admitían la presencia de fascistas en sus dominios y que en caso contrario, cargarían contra ellos.
Los camaradas que eran valientes, pero no insensatos, optaron por  la prudencia, recogiendo los abalorios y abandonando el lugar en medio del abucheo de los de la hoz y el martillo.
Los jóvenes camaradas contaron lo acontecido al Jefe Provincial y como es natural, se decidió que la provocación no podía quedar impune. El fin de semana siguiente, los mismos camaradas, aproximadamente a la misma hora y en el mismo lugar, instalaron el tenderete. Solo habían transcurrido unos minutos cuando nuestros “amigos” se personaron con aviesas intenciones.
De nuevo se dirigieron a los que allí estaban exigiéndoles que se fueran inmediatamente o lo pagarían caro. Pero esta vez la cosa iba a ser muy distinta: apostados en las cercanías del puesto, grupos de falangistas esperaban la provocación para intervenir en defensa de los tres camaradas. En pocos minutos se organizó una reyerta, de la que puedo asegurar, salimos bastante airosos, aunque con algunas contusiones en nuestras filas.
No era menos fácil la posición de los camaradas que los domingos por la mañana, acudían a la Plaza de Cascorro en la cabecera del Rastro y colocaban la mesa con los objetos de propaganda. En este caso, eran los de la CNT –aviso a navegantes- los que una y otra vez intentaban agredir a los falangistas, a sabiendas que pertenecían a la Auténtica, que quede claro.
Las aventuras corridas en los puestos verbeneros no eran menos entretenidas y raro era la noche que no tuviésemos que ir a Comisaria a declarar. Y es que no pasaban mas allá de unos minutos, cuando estos personajillos se acercaban como remoloneando y empezaban con las consabidas preguntas: “Vosotros, ¿A que Falange pertenecéis?” Con mucha paciencia y para no formar el alboroto le contestábamos que a la Autentica. No satisfechos, vomitaban la siguiente cuestión: “Entonces: ¿Vosotros no sois fascistas?  La contestación era inmediata y lógica: “Fascista lo será tu padre” Lo que venía a continuación, es fácil de deducir. Enfrentamiento físico y visita a la Comisaría del lugar.
Al regresar al puesto, las canciones falangistas se escuchaban en el recinto ferial, por lo que deducía que la situación se había normalizado. Curiosamente el nuestro, era el puesto con mayor afluencia de clientes. Quizás, porque el camarada Rafael Sánchez Plaza, al ver que los comunistas comercializaban el montadito rojo, que consistía en un chorizo dentro del pan, se le ocurrió la genial idea de crear el bocadillo nacionalsindicalista, que llevaba dos chorizos y entre ellos, introducíamos una morcilla. No parábamos de vender.

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