lunes, 16 de enero de 2012

DESARRAIGO FAMILIAR

Me produce una sensación de repulsa y también de asco, contemplar el nada edificante cuadro de niños, que mochila al hombro, esperan a la puerta de su antiguo domicilio familiar la llegada de su padre los fines de semana.
Entretanto, medio escondida, separada de ellos, la madre observa que el  tráfico filial se desarrolle correctamente. De tarde en tarde aparecerá en escena si el antiguo cónyuge no ha satisfecho el importe de la pensión alimenticia de su prole.
Al poco rato los padres respectivos aparecen en escena dispuestos a la recogida y tras los arrumacos de rigor, en compañía de los hijos de la actual mujer, se encaminan al Burger mas próximo a degustar las exquisitas hamburguesas y perritos calientes en medio de un ambiente familiar e íntimo.
El desagradable hecho se alargará hasta el domingo por la noche. En ese espacio de tiempo, los niños afectados por el virus del divorcio rápido y contundente, podrán intimidar con su nueva familia, lo que causará un gran satisfacción entre sus preocupados padres, que de vez en cuando, como de pasada, se interesan por su rendimiento escolar. Procurando eso si, no ponerse demasiado severos. “Total, para dos días que van a estar aquí…” Dice la que ahora, de forma hipotética, ocupa el lugar de las madres de cada uno.  
A grandes rasgos, esta es la radiografía de la familia “pajinera” progresista y moderna, que en nada se parece a la que durante siglos ha sido el prototipo de entidad natural de convivencia, considerada por los matrimonios vanguardistas como una desagradable herencia del pasado.
Esas criaturas desarraigadas familiarmente, no serán felices por muchos aparatos de esos modernos con el que pasan la mayoría del tiempo entrando en la monotonía, el aburrimiento y lo que es peor, se convertirán en clientes potenciales de los Juzgados de Familia el día que a uno de sus progenitores sienta que le falta espacio vital, o que el uno o la otra roncan en la cama.
Estoy en desacuerdo total con que dos personas, una vez agotados todos los medios a su alcance y entiendan que por diversas circunstancias de la vida, la convivencia en común es inviable, o bien, que exista una violencia física del uno al otro, continúen una relación convertida en un infierno. No es eso; lo que yo digo, a lo que me refiero es a aquellos que a menor, discusión, a la mas mínima desavenencia, busquen un abogado y a pleitear que son dos días 

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