jueves, 29 de diciembre de 2011

AURELIO SUAREZ

Un personaje entrañable y de gran valía en la Auténtica era el camarada Aurelio Suárez. Desconozco cual es su paradero actual ni siquiera si tiene alguna actividad política. Hace muchos años que perdí su rastro; lo cual no obsta para que guarde un grato recuerdo de mi convivencia con él en la militancia de la calle del Pez.  Pertenecía a la Junta Provincial de Madrid y era el Secretario Provincial de Juntas Locales; o dicho en Román Paladino: “Jefe de Pueblos”
A partir de ese momento, raro era el día que no se produjese alguna anécdota. Todas ellas, tienen su miga.
Conocí personalmente a Aurelio en una reunión de Juntas Locales, de las que semanalmente tenían lugar en su despacho de la calle del Pez. Acompañaba, yo, al Jefe Local de Getafe, Justo Vidal.  Por lo visto, Fernando, Jefe Local de Leganés, muy escaso en efectivos humanos, le habían dicho, que un camarada de Chrysler España vivía en Leganés y se llamaba Pedro Cantero.
Fernando, al ser requerido por Aurelio a informar sobre su pueblo, dijo, que estaba haciendo lo posible por localizar a Pedro Cantero, que podría echarle una mano.
Aurelio, con la cara roja por la ira, pegó un puñetazo en la mesa y gritó: “Estoy hasta los cojones del tal Pedro Cantero. Muchos habláis de él y ninguno lo conocéis. ¿No será un infiltrado?  “Haced lo que sea, pero quiero aclarar  quien es este individuo cuanto antes”
Es fácil deducir, cual era en ese momento mi estado de ánimo. Sentadito en una silla, me iba encogiendo poco a poco, a la vez que rezaba para que un milagro me hiciese desaparecer. El milagro no se produjo y no tuve mas remedio que tirarme al ruedo.
Levanté la mano, llamando la atención de Aurelio, que dicho sea de paso pasaba del 1,80 de estatura.  “Perdón, dije con un hilillo de voz. Yo soy Pedro Cantero” y no soy ningún infiltrado; sino un simple militante de Getafe. Poco a poco, se fue aclarando la situación y pude continuar con mi militancia, eso si en Leganés. Sin embargo me concedieron la gracia de poder tener digamos una militancia doble, en tanto y cuanto en Leganés no tuviésemos un local abierto.
Aurelio era muy teatral. Cualquier asunto lo convertía en misión peligrosa. Empezando por lo referente a su salud: dejó caer la especie de padecer una enfermedad terminal, que le haría fallecer en poco tiempo. Solo le faltaba la confirmación del resultado de los análisis a los que se había sometido. Era para nota, ver como acudía a las reuniones semanales, acompañado por su fiel escudero José Manuel –al que él apodó como “pata chula”, que hacia las veces de secretario. Con una voz apenas imperceptible, trataba los asuntos ante el respeto y la pena de todos sus camaradas. Ya teníamos preparadas las cinco rosas simbólicas. El resultado de los análisis se hizo público con el mejor de los resultados: estaba sano como una pera.
Entre otras cosas, tengo que agradecer a Aurelio el poder intervenir en un acto público, que celebramos en Getafe y en el que se me designó para ejercer de presentador. Yo no sé que sensaciones habéis experimentado en casos similares; pero a mi a la hora de la verdad, me entro un tembleque en las piernas, mientras se me trababa la lengua. Menos mal, que solo fue la presentación.
Pero si algo es paradigmático de las acciones “heroicas” de Aurelio, me referiré al viaje a Alicante para conmemorar el 20N.
Eran los primeros años de la Transición y los enfrentamientos entre los grupos falangistas eran continuos. Lo que voy a narrar inmediatamente, sucedió en aquel tiempo.
Se acercaba el 20N y La Auténtica programó una serie de actos para conmemorar la fecha, por supuesto en Alicante. En la mente de todos se forjó la idea de que el enfrentamiento con “Los Raimundos” sería inevitable. Los mandos provinciales y nacionales, se dispusieron a organizar la logística, cada uno en su parcela. Se fletaron numerosos autobuses desde toda España, que se ocuparon en su totalidad.
Aurelio fue nombrado coordinador del viaje de las Juntas Locales de Madrid y para que contar… Desde un mes antes, fue efectuando el reclutamiento de los viajeros, advirtiéndoles muy mucho de lo peligroso de la misión. Dejó caer la especie que a lo largo del camino, se produciría algún acto de sabotaje, con toda seguridad. Para hacer frente al peligro, dispuso que la docena de autocares que mas o menos saldrían desde Madrid, lo hicieran en hilera, no dejando espacio entre ellos por el que se pudiese colar el enemigo. Delante, abriendo camino, se situaría él, con otros tres camaradas que estarían ojo avizor.
Inmediatamente detrás del último autocar, me tocó colocarme a mi, en mi coche particular, con la orden estricta de permanecer en el mismo lugar toda la noche. Por desgracia, el autocar que me precedía, fue soltando un humo negro a causa del aceite mal quemado, que nos hizo el ambiente irrespirable durante todo el camino. El Cielo nos protegió y no hubo altercado alguno que perturbara nuestro viaje. A las seis de la mañana, aproximadamente, se hizo una parada general y Aurelio que era un magnifico orador y transmitía enormemente, dijo unas emotivas palabras en memoria de José Antonio, que nos hizo estremecernos de emoción bajo el relente de la madrugada.
Llegamos sin novedad y el día fue un triunfo total por parte de la Auténtica en todos cuantos actos tuvieron lugar. El discurso de Vicente Martínez Parra en el acto, fue una de las piezas ideológicas mas importantes que he escuchado nunca.
Después vino lo vino, y Aurelio, al igual que otros camaradas de gran valía, desapareció de la vida de la Falange y no culminó la obra que comenzamos en el 77, pero eso es otra historia. 

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