INQUILINOS DE LA CALLE EL PEZ y 4ª PARTE
Después de dejaros descansar unos días, voy a
terminar con mi recorrido por el local de la Auténtica en la calle del Pez, 21.
Reconozco que he rejuvenecido, paseando por aquellos entrañables pasillos.
Espero que mi memoria no me haya jugado una mala pasada y mis comentarios se
ajusten a los parámetros de veracidad que me he propuesto. No obstante, si
alguien estima que me he equivocado por acción u omisión, ruego me lo comunique
para rectificar y mostrarle mi agradecimiento.
Estábamos en el pasillo interior y nada mas entrar a
la derecha se encontraba el despacho de Vicente Diez, Secretario Nacional de
Juventudes. Vicente, ya en los luceros, poseía una oratoria fluida y poética
que le hacía conectar fácilmente con el auditorio.
Su intervención en el video de la Auténtica
entonando una canción, guitarra en mano, causó sensación por su
originalidad. Recuerdo y nuca supe el
motivo que le llevó a tomar la decisión de presentarse a Jefe Provincial de
Madrid, en la Asamblea en la que fue elegido Miguel Hedilla. A tal efecto, no
tuvo mas remedio que presentar la dimisión de su cargo, ante el mando nacional
que se encontraba presente.
Fue de repente y ya he comentado que ignoro el
motivo que le movió a adoptar esta decisión. El caso es que Miguel resultó
elegido y se acabó la historia.
Ya comenté su paso a la UCD en Zamora, en donde
tenía una columna en el periódico provincial y un programa en la radio. Hace
años me enteré de su fallecimiento.
Un poco mas adelante, en el largo pasillo, estaba la
Jefatura Provincial y al lado una pequeña sala de reuniones en donde el mando
celebraba sus reuniones con sus colaboradores. El primer Jefe Provincial que
conocí fue José Luis, del que nunca he vuelto a saber.
A continuación se encontraba una sala con aspecto
sucio, que servía de cantina y estaba regentada por un camarada llamado Cesar
que vendía bebidas a un precio mas que aceptable. Fue junto a otro camarada,
del que no recuerdo su nombre de los primeros que hablé la primera vez que fui
al local. Sin olvidarme de José Gómez, que me fue enseñando cosas del Partido.
Tampoco he vuelto a saber de su paradero. Lo que no se me olvida es su disputa
con Miguel Hedilla, que quería pegarse con él a toda costa.
Por último, al fondo, había un pequeño despacho que
ocupaba Miguel Hedilla, con su máquina de escribir, su pluma y sobretodo con su
cartera, en la que solo Dios sabe que papeles guardaba. Miguel y yo habíamos sido
compañeros en Barreiros en su corta estancia en la fábrica. Un compañero de los
dos, falangista, pero nada comprometido, me llevó al local de Pez y me lo
presentó ante mi deseo de afiliarme. Allí empezó mi caminar en la Autentica;
pero eso ya es otra historia.
A todos mis camaradas de entonces, sin excepción alguna,
mi recuerdo mas entrañable a la vez de un abrazo que ojala los abarcara a todos
cerrando filas. Pero Dios sabe lo que hace.
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