martes, 15 de mayo de 2012

eL LOCAL DE LA CALLE EL PEZ Y SUS INQUILINOS


EL LOCAL DE LA CALLE DEL PEZ Y SUS INQUILINOS
PRIMERA PARTE

Los que tuvieron la inmensa suerte de conocer la Sede Nacional de la Auténtica, convendrán conmigo que el simple recuerdo de las condiciones de habitabilidad del edificio en general eran cuanto menos precarias.
Si nos ceñimos al piso en particular, habría que añadir lo referente nivel de la limpieza, que cuanto menos dejaba algo que desear. Pero dejemos de reparar en estas menudencias y entremos en lo que verdad interesa: hagamos una visita en el tiempo, con alguna pequeña referencia.
El piso, aunque antiguo, era espacioso. Tenía no menos de ocho o nueve habitaciones, que eran utilizadas por los distintos departamentos de la organización.
Nada mas entrar, tomando el camino de la izquierda, se encontraba un despacho interior, oscuro, herméticamente cerrado a cualquier persona que no contase con la autorización previa del Secretario Nacional de Seguridad, al que la mayoría guardaban un respeto casi reverencial. Estando seguro todo el mundo que el despacho en cuestión, guardaba un arsenal de armas presto a ser utilizado ante cualquier peligro. De vez en cuando se abría la puerta, y se veía al Secretario Nacional, despachando con alguno de sus agentes de seguridad, que se diseminaban por todas partes y que le traían la información fresca, que él guardaba con alto secretismo.
El camarada en cuestión, de larga cabellera, gafas negras y extremada delgadez, utilizaba una gabardina de amplios bolsillos que se le abultaban de forma exagerada y que todo el mundo daba por descontado, que al menos contenían dos o tres granadas de mano a la vez de una del nueve mas bien largo. Era muy peligroso. Mi mujer, pasados los años, tuvo mucha relación con él en la calle León y siempre le ha guardado un buen aprecio. Sostenía que era muy inteligente. Aspecto, este, que comparto plenamente.
-Tenía una relación tribal con otros jóvenes camaradas, que se conocían desde bastantes años atrás. Todos tenían un alias, para poder maniobrar en la clandestinidad. Allí estaban  “Hugo” “Camilo” “Lúpulo” “El Trosko” Paco Canadá, Juanjo Molina y otros mas, que formaban una primera línea impresionante.
Te levantaba una historia en un momento, que te dejaba con la boca abierta. A mi, por ejemplo, estando ya en el MFE, publicó en el periódico que mantenía reuniones en Valencia con el General Milans del Bosch, al que yo solo había visto en las fotografías de los periódicos. El caso es que echaba  la palada de arena y no le importaba a quien le cayese encima.
Era un personaje en toda la extensión de la palabra. Hace muchos años, que no he vuelto a saber de él. Como es lógico al tratarse de un tema de la seguridad del Partido, obviaré el nombre y apodo de este singular camarada.

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