EL LOCAL DE LA CALLE DEL PEZ Y SUS INQUILINOS
PRIMERA PARTE
Los que tuvieron la inmensa suerte de conocer la
Sede Nacional de la Auténtica, convendrán conmigo que el simple recuerdo de las
condiciones de habitabilidad del edificio en general eran cuanto menos
precarias.
Si nos ceñimos al piso en particular, habría que
añadir lo referente nivel de la limpieza, que cuanto menos dejaba algo que
desear. Pero dejemos de reparar en estas menudencias y entremos en lo que
verdad interesa: hagamos una visita en el tiempo, con alguna pequeña
referencia.
El piso, aunque antiguo, era espacioso. Tenía no menos
de ocho o nueve habitaciones, que eran utilizadas por los distintos
departamentos de la organización.
Nada mas entrar, tomando el camino de la izquierda,
se encontraba un despacho interior, oscuro, herméticamente cerrado a cualquier
persona que no contase con la autorización previa del Secretario Nacional de
Seguridad, al que la mayoría guardaban un respeto casi reverencial. Estando
seguro todo el mundo que el despacho en cuestión, guardaba un arsenal de armas
presto a ser utilizado ante cualquier peligro. De vez en cuando se abría la
puerta, y se veía al Secretario Nacional, despachando con alguno de sus agentes
de seguridad, que se diseminaban por todas partes y que le traían la
información fresca, que él guardaba con alto secretismo.
El camarada en cuestión, de larga cabellera, gafas
negras y extremada delgadez, utilizaba una gabardina de amplios bolsillos que
se le abultaban de forma exagerada y que todo el mundo daba por descontado, que
al menos contenían dos o tres granadas de mano a la vez de una del nueve mas
bien largo. Era muy peligroso. Mi mujer, pasados los años, tuvo mucha relación
con él en la calle León y siempre le ha guardado un buen aprecio. Sostenía que
era muy inteligente. Aspecto, este, que comparto plenamente.
-Tenía una relación tribal con otros jóvenes
camaradas, que se conocían desde bastantes años atrás. Todos tenían un alias,
para poder maniobrar en la clandestinidad. Allí estaban “Hugo” “Camilo” “Lúpulo” “El Trosko” Paco Canadá,
Juanjo Molina y otros mas, que formaban una primera línea impresionante.
Te levantaba una historia en un momento, que te
dejaba con la boca abierta. A mi, por ejemplo, estando ya en el MFE, publicó en
el periódico que mantenía reuniones en Valencia con el General Milans del
Bosch, al que yo solo había visto en las fotografías de los periódicos. El caso
es que echaba la palada de arena y no le
importaba a quien le cayese encima.
Era un personaje en toda la extensión de la palabra.
Hace muchos años, que no he vuelto a saber de él. Como es lógico al tratarse de
un tema de la seguridad del Partido, obviaré el nombre y apodo de este singular
camarada.
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