lunes, 24 de octubre de 2011

libertad


LIBERTAD

Hoy deseo referirme a uno de los derechos mas sagrados que tiene la especie humana: la libertad.
Libertad es la consecución de un estado de satisfacción personal y colectiva por parte del hombre, que le permite un desarrollo sin ataduras en su caminar a través de la vida.
Dicho de esta manera, se podría entender que tan solo con el hecho de poseer la independencia necesaria  para no responder de nuestros actos, la libertad queda garantizada.
Craso error. La libertad no puede ser completa sin no va acompañada de dos ingredientes que la complementan y la hacen total: la dignidad y la integridad.
Es ahí en donde se origina el problema. La libertad del individuo no puede ser ilimitada; debe extenderse en círculos como una onda expansiva que llegue a enlazarse con los que proyectan sus semejantes.
En la sociedad actual, el hombre, lejos de asumir los principios que sobre este concepto propugnan algunos filósofos: “Dar con arreglo a sus capacidades y recibir según sus necesidades”, se ha convertido en adversario de los demás, esclavo del placer, el lujo, o la riqueza. Y todo aquel al que considere su adversario para la consecución de sus objetivos para un ficticio bienestar, se convertirá desde ese mismo momento en un elemento molesto al que hay que aniquilar.
Esta concepción materialista de la vida, está respaldada por una serie de reglas conocidas por leyes, que fueron ideadas por los poderosos para garantizarse el dominio del mundo basado en una legalidad que de existir unos verdaderos deseos de libertad serían derribadas como un castillo de naipes.
Los que así pensamos, entendemos, que frente a la opresión legal garantizada por las leyes terrenas, existe un Derecho que está por encima de todos los códigos existentes en el mundo: el Derecho Natural, que es aquel que se basa en la razón y el respeto y que sin palabras advierte al ser humano de la bondad o maldad de la acción que ejecuta.
Desde el mismo momento en que el hombre se rija por estos principios, ya no necesitará que nadie le guíe ni que nadie le diga lo que está prohibido. Nada en su origen debe estar vetado, es la propia conciencia de cada uno, la que le hará comprender al individuo hasta donde llegan sus libertades que necesariamente terminan donde empiezan las de los demás. A esto se le conoce como bienser.
Ese bienser se manifiesta, cuando al ver una escena de algún niño famélico en cualquier país del tercermundo, algo en el interior de cada uno le grita ¡Basta! A la vez que al contemplar la de alguna barragana o rufián, disfrutando de un dinero  ganado por contar sus miserias, se cambia de cadena mientras una sensación de asco recorre por el cuerpo.

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