PRIMAVERA DEL 2013
Es esta una de las veces que más trabajo me ha
costado sentarme frente a las teclas del portátil y tratar de dar mi opinión
sobre la ola de violencia física y moral que tenemos la desgracia de padecer
por todos los rincones de nuestra Patria.
Por esfuerzos que hago en hacer una abstracción de
los hechos que me aleje de percibir similitudes que creía superadas, no lo
consigo y el negro aleteo del ángel exterminador aparece en el horizonte, como
sucediera en la primavera de 1936.
Al pueblo, no
confundir con los partidos, le sobran razones
para mostrar su repulsa con todo lo que pasa que refleja el triste papel que
nos espera.
Primero por la frustración ante el incumplimiento de
las promesas que llevaron al Partido
Popular a poder formar gobierno con mayoría absoluta. Sin contar con la
percepción de sospecha general de corrupción que se cierne sobre la clase
política. Hasta éste punto, no podemos estar más de acuerdo, sin olvidar la
cuota correspondiente de responsabilidad que es mucha, en el origen del
conflicto: el gobierno socialista de Zapatero, que muy en su papel de
obediencia a los poderes fácticos, consiguió por desgracia recuperar las dos Españas irreconciliables al propiciar
el enfrentamiento por causa de su paranoica política. Ahora da la impresión que este hombre, sólo
estuvo por aquí de vacaciones y que por ejemplo el problema creado con el
Estatuto catalán o las negociaciones con la banda comunista ETA, no se hubiesen
producido.
Conviene tener memoria para todo y antes de parcelar
las responsabilidades desplegar el mapa del problema punto por punto desde su
inicio hasta los tiempos actuales sin dejar nada en el tintero. Solo así se
podrá conseguir una opinión clara total, que permita estar al tanto de lo que
ocurre.
En lo que atañe al Gobierno, estoy seguro que si
para buscar el remedio a los males, Mariano Rajoy tiene que meter la tijera en
el derroche autonómico, antes preferirá que le introduzcan palillos entre media
de las uñas. Considera menos peligroso para sus intereses partidistas seguir
friendo a impuestos a las clases medias, como si no estuvieran suficientemente
castigadas.
Lo desmesurado de los errores ha llevado al pueblo
de cargarse de razones y echarse a la calle a mostrar su protesta, pero como
era previsible el lugar que es el indicado para de manera pacífica mostrar
nuestro descontento, ha sido monopolizado por los “chibiris” al uso del
ideólogo de la “información mediante el
puñetazo,” Gordillo el de Marinaleda, pasando de ser una acción reivindicativa
del pueblo a una caza indiscriminada de los políticos del Partido Popular,
acorralados sin que acudiese en su defensa uno solo de sus militantes.
Ese no es el camino. Es verdad, que hay que salir a
la calle y permanecer en ella hasta conseguir la dimisión de todos. Pero de
TODOS. Los de los ERES también y los que se han lucrado con los cursos de FPO
programándolos, cobrándolos y no impartiéndolos, pues lo mismo.
Escribía al principio, que la situación se asimilaba
a la primavera del 36. La diferencia estriba que entonces, los chibiris no
podían agredir impunemente y apropiarse la calle sin oposición. Sabían que
enfrente tenían una fuerza de verdaderos revolucionarios dispuestos a no
permitírselo.
Por desgracia, en la primavera de 2013, esa fuerza
revolucionaria la hemos dilapidado por nuestros propios errores. El mío,
también
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