domingo, 4 de marzo de 2012

Indefension


INDEFENSION

Hay diferentes aspectos en la vida de una persona en los que, por diferentes motivos, se siente indefenso. Ocurre ya en la mas tierna infancia si sus padres, los encargados de su desarrollo social, despareciesen y lo dejasen a su libre albedrío. Lo mas probable es que el niño crezca acechado por elementos peligrosos que irán minando su resistencia. El final es fácil de deducir: el niño, con el paso de tiempo, se convertirá en un ser temeroso e indeciso, presa fácil para los dirigentes de un modelo de convivencia gregario y sin sustancia.
En España, abunda esta clase de seres que no han tenido la oportunidad de gozar de una tutela y a la menor dificultad, adopta la fórmula del avestruz: esconder la cabeza y que sean otros los que deshagan el entuerto.
Esta posición cómoda de que los problemas se resuelvan con el tiempo y que además sean otros los que tengan el poder decisorio, les ha sido útil en la época de bienestar ficticio que parecía no tener fin.
De pronto, el indefenso ha caido en la cuenta de que sus “protectores” no lo eran de por vida y al menor revés le han dejado abandonado a su suerte. Espantado ante esta nueva realidad, vaga errático en busca de un espacio libre de preocupaciones con la única pretensión de que nadie le perturbe y le lleve a un mudo real, en el que tendrá que afrontar los problemas que le surjan sin ayuda de nadie.
Nada resulta mas elocuente que ver a los indefensos con actitud de agobio, esperando a que un nuevo modelo de vida, acuda a su rescate y le libre de su angustia.
Ese grupo de rescate, que por diversas causas ha permanecido aletargado casi desde que una mente privilegiada lo concibió como elemento vehicular para la regeneración de todos los estamentos sociales, si tiene la humildad y generosidad de anteponer los intereses generales de España y los españoles a los suyos propios o de tribu, estaremos a tiempo de reconducir el camino equivocado que nos lleva al desastre.
No me cansaré de decir, que no son momentos de conmemoraciones pasadas ni de homenajes póstumos a aquellos que desde los luceros hacen guardia y permanecen expectantes a que alguien levante la bandera y regresando a su origen, solo para hacer un mapa conceptual ideológico que tendrá que desarrollar posteriormente y de ninguna manera sentarse al inicio del camino, esperando que la Providencia nos mande a otro hombre similar al que no le dejaron culminar el cuadro del que solo trazó unas líneas, porque es misión imposible: no hay ninguno ni se le espera.
Esta es una misión de índole general, a la que todos y cada uno del grupo revolucionario están llamados, con la única condición de no desvirtuar sus fundamentos irrenunciables. Lo demás, es discutido y discutible como dijo el nieto del capitán Lozano    

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