martes, 22 de noviembre de 2011

SIGUIENDO CON NARCISO
ALGUNAS FRUSTRACIONES



Me voy a permitir seguir escribiendo sobre Narciso Perales, en la creencia que todo cuanto se comente de este hombre y falangista simpar, a buen seguro servirá  para ampliar la cultura nacionalsindicalista.
Hace unos días, le comenté  a un camarada que escribía en un foro sobre Narciso que este, hacía tiempo que había dejado de creer en el futuro de la Falange. Habida cuenta de los desengaños sufridos a lo largo del tiempo.
No hay más que recordar su tremendo dolor por el fusilamiento del camarada Juan Domínguez, por los sucesos acaecidos en la explanada asturiana de Covadonga. Narciso imploró justicia para nuestro camarada.  Mas todo fue imposible: Franco permaneció inflexible y un pelotón de ejecución segó la vida de un falangista valiente y honrado.
Narciso una vez consumado el asesinato dio por sentado que no podía seguir ni un minuto más colaborando con un Régimen que mataba falangistas. Motivo por el cual, presentó su dimisión como Gobernador Civil de León. Se da la circunstancia de que fue el único cargo público del franquismo que no recibió al motorista habitual con el aviso de cese para el destinatario de la misiva. Años más tarde en la conmemoración anual del aniversario de la fundación de la Falange de José Antonio, que se representaba con todo el boato habitual y al que asiduamente presidía el General, Narciso acompañado por otros camaradas incorruptibles se las traía tiesas en los aledaños del Teatro de la Comedia, con las fuerzas del orden público.
Franco al ruido de las voces provocadas por el hostigamiento de los falangistas, preguntaba quién era el responsable del alboroto y al saber que se trataba del Dr. Perales, decía: “Dejadle, que está loco.” Ya, ya loco….
Como era de naturaleza inquieta, en compañía de Ceferino Maeztu y otros camaradas, fundó el FSR que era la propuesta revolucionaria del nacionalsindicalismo auténtico frente al inmovilismo oficial del Régimen que solo asumía de la Falange el sentido folklórico, es decir, camisas, banderas y himnos.
La aventura sindicalista terminó como casi siempre: con discusiones entre sus integrantes.
Muerto Franco, tuvo lugar la intentona del Palacio de Congresos lugar en donde se iba a producir la unidad de todos los falangistas. Narciso Perales que conocía de sobra a los promotores declinó personarse en el evento. Todo el mundo sabe cómo acabó el acontecimiento.
Todo ello fue minando la ilusión de Narciso por recuperar la Falange tal y como la concibió José Antonio: un movimiento revolucionario que fuera capaz de cambiar los estamentos sociales de una nación, dentro de una democracia comunal y natural.
Narciso no volvió a vestir la camisa azul, porque no estaba a dispuesto a portar la misma prenda de los que estaban usurpando el sagrado nombre de la Falange.
Y así llegamos al nacimiento de su  último intento para ofrecer una Falange nueva y renovada al servicio de los españoles. El análisis de este episodio lo dejo para la próxima vez     
  
  




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