NUNCA MÁS
El hedonismo es uno de los gérmenes más destructivos
que de forma sibilina incide en la conducta de los hombres.
La sociedad española embaucada por un afán desmedido
de falso bienestar, profesa el culto al lujo y al placer corrosivo, que la ha conducido
al gregarismo, convirtiéndola en esclava de las cosas.
El hombre ya no es dueño de las cosas, estas lo
poseen a él. Lo que en principio se tomó como una etapa de bonanza económica
que invitaba al consumismo irracional, al derroche y a la opulencia, el tiempo
juez sabio, lo ha devuelto a la cruda realidad y aquellas prendas de marcas
caras, que paseaba por los restaurantes
de lujo, hoy las viste para acudir a Cáritas, lugar en que la caridad cristiana
le alivia el hambre con un plato de comida.
Durante mucho tiempo, el trabajo, medio de
realización del hombre en sociedad, ha servido como excusa para el
enfrentamiento interesado entre compañeros con similar ocupación, que ha suprimido
la consecución de los objetivos conjuntos y la ha sustituido por otros de
carácter individual, que ha mermado los resultados de forma cuantitativa y
cualitativa.
La insidia, la murmuración y la crítica destructiva,
han sido compañeras de viaje de ambiciosos sin escrúpulos, que las han
utilizado como arma arrojadiza contra todo aquel que consideren pueda
convertirse en rival potencial para el logro sus propósitos.
Este modelo de conducta ha hecho que los españoles
convivan en una sociedad enferma, mediocre e insolidaria. Ejecutivos agresivos
que anteponen familia y principios en aras a conseguir acaparar más riqueza. Ya
no existe la cultura de la olla; la presencia de la familia al completo,
reunida alrededor de una mesa, con el recipiente indicado en medio y unos de
los progenitores repartiendo la comida a toda la prole. Era el momento de los
comentarios y las confidencias, al calor del cariño y respeto que esta unidad
natural de convivencia lleva aparejado.
El hombre persona como el nacionalsindicalismo lo
concibe, debe revisar su escala de valores, entendiendo al trabajo como un
medio para el disfrute de una vida libre y digna. Es necesario desterrar el
consumismo irracional y renunciar a un modelo capitalista, que por medio de la
corrupción nos ha llevado a la ruina económica.
Por medio del
hermanamiento y la convivencia comunal y solidaria, España podrá acometer la
empresa de regeneración moral y ética absolutamente necesaria para emprender un
nuevo camino que la devuelva a sus orígenes de los que nos sentimos orgullosos
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