martes, 15 de noviembre de 2011

Jueves en la Casa de Socorro

NOCHE DE LOS JUEVES EN LA CASA DE SOCORRO

A los que hemos tenido la fortuna de poder asistir a las tertulias falangistas que se formaban los jueves por la noche, en la Casa de Socorro del Distrito de La Latina, a unos metros de la Basílica de San Francisco en el Madrid de los Austrias, no se nos podrán olvidar las clases magistrales que sobre la ciencia política impartía el irrepetible Narciso Perales a todos los falangistas que nos encontrábamos presentes. Puedo asegurar que lo que aprendí escuchando a nuestro maestro y camarada, me ha servido para tener un amplio conocimiento sobre las distintas ideologías y poder mantener una controversia sobre cualquiera de ellas.
En un amplio y destartalado despacho, el Doctor, vistiendo su bata blanca, desgranaba todos los temas que allí se suscitaban tanto los que se referían a la actualidad política de aquellos años de la llamada transición a la partitocracia, como otros de carácter histórico que de manera aleatoria planteaba cualquiera de los asistentes.
Eran los tiempos en los que la UCD de Adolfo Suárez gobernaba en España y en los que se redactó la Constitución que después de ser aprobada en referéndum continúa vigente en la actualidad.
Recuerdo que en la Auténtica nos encontrábamos con un serio problema: por una parte, nuestra valoración del texto constitucional una vez analizado por Narciso artículo por artículo, no podía ser más negativa. Este advertía –y el tiempo le daría la razón- que aquella Constitución acabaría con la unidad de España. Pero se daba el caso de que Falange Española de las JONS, también se disponía a propugnar el voto negativo. Así que como solución se adoptó la fórmula de la abstención activa.
Narciso tenía enfilados a un grupo de personajes por los que sentía una gran inquina y eran los siguientes: En primer lugar, Juan Carlos de Borbón, al que  llamaba D. Juanito. Contaba y no paraba de las “hazañas” del regalito que habíamos heredado de Franco. Consideraba a Suárez corresponsable de las desgracias patrias. A Landelino Lavilla al que le agregaba el “de” entre el nombre y el apellido. A Marcelino Camacho, que conocía de los inicios de Comisiones Obreras y al que propuso debatir en innumerables ocasiones sin conseguir su consentimiento al respecto. Marcelinín, como le denominaba, huía del Doctor como perro que lleva la sarna. Al viejo profesor Tierno Galván, del que decía “Yerra pero no calla”. Y por último he dejado a Martín Villa, por el que sentía un odio feroz que no podía disimular.
Uno de sus temas preferidos era el de la revolución rusa. Desde sus orígenes hasta su implantación como régimen dictatorial, pasando por la traición a Kerenski y continuando con Stalin y el destierro de Trotsky, del que aseguraba que era aún más cruel que Stalin. Resultaba curioso escuchar como en sus referencias tanto a Lenin como a Stalin, empleaba el acento en la última sílaba; costumbre, que yo mismo adopté y que empleo siempre que aludo a estos elementos.
Podía extenderme en narrar multitud de experiencias y anécdotas que tuve la suerte de vivir en primera persona con mi admirado maestro. Pero entiendo que este cometido lo tendría que administrar en varias dosis y siempre y cuando, los que tengáis la amabilidad de entrar en este blog, me lo pidáis. Gustoso atenderé las indicaciones al respecto.
No obstante hay un hecho que me gustaría comentar: Narciso, mantuvo correspondencia durante muchos años con el líder anarquista Diego Abad de Santillán y siempre que recibía carta del viejo libertario, nos daba a conocer lo que él creía conveniente de ella.
En cierta ocasión, el falangista le comentaba a su antiguo adversario, que después de tantos años, le habían dejado solo. Diego, contestó lo siguiente: “Yo también estoy solo. Pero no hay hombre más fuerte, que aquel que está solo.”
Por último quiero detenerme en un hecho que me gustaría sirviera como ejemplo para todos aquellos que se afanan en luchas intestinas que a nada conducen. Siempre que salía a colación el tema de las noches de abril de 37 en Salamanca, Narciso, lejos de señalar culpables o hablar de sus camaradas desviaba la conversación yéndose de inmediato a contar como Bakunin fue traicionado por Marx en el Congreso de La Haya.
Desde aquí mi recuerdo a muchos camaradas que participaron de estas veladas y a los que les guardo un profundo afecto. Rafael Sánchez Plaza, Pilar de las Heras, Antonio Jareño, Alfonso y Mari Bel, Jesús Cabrera, Román Gómez Curiel, Luis Susaeta, y otros que harían la lista interminable. A los que Dios los mantiene en este mundo mi Arriba España. A los que se fueron a formar guardia en los luceros ¡Presentes! 
    



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