viernes, 11 de noviembre de 2011

Dos fuerzas diferentes



DOS FUERZAS DIFERENTES

Existen dos clases de fuerza: la fuerza de la razón y la razón de la fuerza. Parece mentira que con solo cambiar el orden de las palabras que conforman la frase, varíe drásticamente el significado de la misma.  
Entiendo por fuerza de la razón, aquella que mediante un planteamiento lógico y racional de un tema concreto, se somete este al análisis y discusión con los demás y por último se llega a un mutuo acuerdo, que será más fácil de alcanzar si ambas partes no pretenden poseer la verdad absoluta.
Es humano y hasta cierto punto lógico que alguna vez creamos tener el suficiente conocimiento del origen y desarrollo de las cosas que nos legitime como los únicos dueños de su interpretación y significado.
Al caer en este error, las personas que así se comporten, están menoscabando el buen criterio y la sapiencia de otras, por el simple hecho de no coincidir totalmente con su criterio por muy respetable que este sea.
La cuestión se resolverá felizmente si el error se corrige con el planteamiento lógico y racional antes referido. La culminación del encuentro final será el triunfo de la fuerza de la razón.
En las antípodas del comportamiento descrito, se encuentra lo que considero como la razón de la fuerza, que al contrario del criterio anterior y sin ánimo de rectificar, sirve como referencia los que adoptan posiciones de extrema intransigencia sin importarles la opinión de los demás.
Opción que por las buenas estaría condenada al fracaso. Pero que se convierte casi en infalible si los que la ejercen apelan a la violencia física o moral para la consecución de sus propósitos. El mantenimiento de este orden, el sometimiento de los demás merced a posiciones dominantes que hace crecer a medianías sin cerebro, lo conceptúo como la razón de la fuerza.
Si trasladamos las premisas expuestas al terreno de la ciencia política, nos encontraremos con que, salvo en raras excepciones, las actuaciones de los Partidos Políticos, van más en concordancia con el segundo de los supuestos. Sea cual fuere la ideología que dicen representar tanto los llamados de derechas como los que se autodenominan pomposamente de izquierdas, desarrollan una praxis de sometimiento al adversario en la que no se contempla el rectificar o admitir crítica alguna.
Ellos poseen la llave de abrir o cerrar la puerta de pequeños grupos por el hecho de que estos propugnen  sistemas políticos que no están tipificados en los parámetros conocidos.
Grupos humanos con los que el someter a debate aspectos de ideología y estrategia debería suponer un ejercicio de democracia y flexibilidad por parte de los poderosos. Un poco de esta medicina quizá serviría para encontrar un camino de salida al caos reinante.
El hombre, la persona humana, no tiene más remedio de prepararse para un cambio profundo en su modo de vida. El actual sistema no da para más. Quienes esperen que el 21N se inicia un cambio en profundidad en los estamentos sociales de la nación, el tiempo juez inapelable los sacará pronto de su error.
En tanto y cuanto, que los que tenemos algo distinto que ofrecer, esperaremos con paciencia y espero con las ideas claras a que el momento propicio que considero próximo, la buena gente llame a nuestra puerta para interesarse por lo nuevo que podamos plantear. Seguro que será mucho.    

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