jueves, 21 de febrero de 2013

EL TRISTE PAPEL DE LOSINDICATOS 2ª



EL TRISTE PAPEL DE LOS SINDICATOS (2ª Parte)

Muerto el general Franco, los partidos políticos de izquierda entendieron que para hacerse con el dominio de la calle deberían influenciar con fuerza en el mundo laboral y nada más oportuno que hacerlo por medio de sindicatos de clase encargados de crear el clima de instabilidad laboral necesario para la movilización de los trabajadores. Y de paso, demostrar, que el único medio para plantear y lograr las reivindicaciones pendientes pasaba necesariamente por los que se decían defensores de los trabajadores.
CCOO era el de más fuerza: llevaba años actuando en la clandestinidad, en principio con todo tipo de ideología en sus filas y que con la habilidad que le caracteriza el comunismo convirtió en la correa de trasmisión del PCE. De esta forma forzaron la salida de los que deseaban exclusivamente al sindicato para el fin con el que fue creado, entre ellos falangistas enfrentados al régimen y asegurarse para el partido miles de votos en las elecciones futuras.
UGT era pura estrategia de la izquierda, que necesitaba un sindicato de clase menos radical y aprovechó el pasado histórico de las siglas que en los años de la República era el sindicato que amparaba tanto a socialistas como a comunistas estalinistas, para proceder a su relanzamiento y ser al PSOE lo que CCOO era al PCE. En un principio hubo cierta rivalidad entre ellos, hasta que llegaron al acuerdo implícito de que uno sería el amo de la calle y el otro el del poder político.
A la sombra de ambos, se crearon otros sindicatos en donde se ubicaron principalmente los disidentes comunistas: troskistas, maoístas, y demás partidos de extrema izquierda, el Sindicato Unitario dependiente de la ORT, el CSUT, afín al Partido de los Trabajadores de Eladio García Castro, que se declaraban enemigos del Partido Comunista, al que tildaban de reaccionario y cobraron especial relevancia en las huelgas futuras en donde se convirtieron en los piquetes informativos más violentos. A modo de  anécdota, en mi fábrica había un caballero, militante del PORE (Partido Obrero Revolucionario Español), que micrófono portátil en manos, exigía convertir la fábrica en un campo de nabos. Y se quedaba tan tranquilo. Otros incitaban al consumo exagerado de agua en época de escasez por negarse (según ellos) a colaborar con el gobierno. Estas y otras lindezas eran ocurrencias diarias de estos sacrificados sindicalistas.
A la CNT sindicato histórico anarquista, le pusieron todas las trabas inimaginables porque sus planteamientos autogestionarios no tenían cabida dentro del sindicalismo de izquierda.
Y alguien se preguntará que hacía la derecha mientras tanto. Muy fácil: estaba por encima del bien y del mal haciéndole el juego a la izquierda que los hacía pasar por empresarios o por herederos del franquismo.
Así fue la correlación de fuerzas. En el próximo artículo me referiré al ambiente prebélico en el llamado cinturón rojo de Madrid, con episodios de gravedad extrema. Y por descontado del expolio legal que se hizo del patrimonio sindical existente al que solo tuvieron acceso los dirigentes de las futuras centrales sindicales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario