miércoles, 20 de febrero de 2013

EL TRISTE PAPEL DE LOS SINDICATOS



EL TRISTE PAPEL DE LOS SINDICATOS (1ª parte)

La misión de los sindicatos es la defensa de los derechos de sus afiliados frente a los intereses la patronal. Con este espíritu fueron creados y así actuaron durante su primera etapa. El trabajador fue pidiendo su afiliación, sabedor de que  aunque la razón le asistiese poco podía hacer individualmente frente a un adversario más poderoso.
Poco a poco, se fueron cumpliendo objetivos otrora impensables gracias a la labor encomiable de hombre y mujeres dedicados sin afán de lucro a luchar por las justas reivindicaciones laborales, tanto en materia laboral como en otros aspectos implicados en el mundo laboral.
Por desgracia el colectivo sindical español es el que paulatinamente, con el paso de los años, ha sufrido el mayor deterioro al sustituir el espíritu y convertirse  en correa de trasmisión de los partidos políticos de izquierda, como ha sucedido con CCOO y UGT. Excepción hecha de la CNT, que fiel a su historia no se sabe a ciencia cierta cuáles son sus objetivos si es que su improvisación secular les permite tenerlos.
Durante los 40 años del franquismo, por las características del régimen la labor de los sindicatos estuvo supeditada a las mismas. Franco convirtió el sindicalismo en corporativista al estilo del fascismo italiano, armonizando capital con el trabajo  El mundo laboral se desenvolvía en otros parámetros y solo al final con la proximidad de la desaparición del general Franco empezaron a tomar posiciones “los héroes obreros” es decir, los primeros liberados y mientras que enviaban los trabajadores a huelgas salvajes, con la merma correspondiente en sus ingresos, ellos cobraban sus salarios íntegramente o en mayor cuantía. Sin entrar en otras consideraciones, es de justicia señalar que durante esos cuarenta años solo dos motivos podían hacer que un productor fuese despedido: significarse políticamente o robar en la empresa, no había más, el puesto de trabajo estaba garantizado.
Fue en la transición en donde el modelo de sindicalismo dependiente de los partidos alcanzó grandes cotas de poder y con la complicidad de estos convertirse en los portavoces válidos del resto de sus compañeros que no se percataban de las aviesas intenciones de los nuevos redentores enviados por el Partido Socialista y el Partido Comunista, más claro está, la CNT que se había convertido en casi testimonial, permitiendo el incalificable reparto del llamado patrimonio histórico merced al cual UGT y CCOO recibieron como maná del cielo posesiones inmobiliarias por doquier. Siendo benévolo, voy a convenir, que UGT tuviera sedes antes de la guerra, pero que alguien me aclare el misterio de como es posible devolver algo a alguien que reclama cosas anteriores a su creación. Mientras su tonto útil, la CNT, veía como a ellos, en la misma situación que UGT con le correspondía ni un ladrillo.
Asi llegamos al comienzo de la transición que merece un capítulo en profundidad.

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